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Por Francisco M Pertierra Cánepa*

Para poder aprovechar estos bienes de los argentinos que están en todo el país podemos planificar FID en todas las áreas productivas respaldados por la independencia que da el fideicomiso creando nuevos patrimonios.

A pesar del grave deterioro económico, el Estado argentino dilapida recursos en todo el país acumulando bienes que en su mayoría son improductivos, sub explotados o en contingencia legal. Muchos mal inventariados, con irregularidades o contratos vencidos por lo que están desaprovechados para la Nación, como campos, depósitos, viviendas, rodados y lotes urbanos o ribereños de alto valor para la iniciativa de riesgo privada. Obvio que si este patrimonio que estimamos en más de 80.000 inmuebles fuera apalancado con proyectos productivos podría llevar desarrollo federalizado.

Los últimos gobiernos buscaron con éxito parcial inventariar esos bienes solo para venderlos y recaudar recursos frescos. Es decir, no priorizaron la propuesta de recuperarlos y explotar todo su potencial al servicio de la economía real en proyectos profesionales de capital mixto, ya que sabemos que los fondos producto de ventas una vez bajo el poder del Príncipe, se pierden en la ineficiencia y corrupción estatal por lo cual nos quedamos sin el pan y sin la torta.

Dada esta visión miope del rol clave de la política alentando lo productivo, no se construyó una cultura de inversión articulando el riesgo privado y el control estatal en pos del interés público, que además al poner en juego parte de sus bienes se asocia con el privado en el resultado de proyectos que son diseñados, fondeados y gestionados por particulares cumpliendo todos los requisitos establecidos. Es simplemente pensar que las “joyas de la abuela” no desaparezcan y se puedan transformar en resultados rentables para los argentinos.

La historia nos muestra casos donde el Estado intentó negocios mixtos pero en general fracasaron dado que no tuvieron una estructura jurídica que les permitiera protegerse de los vicios letales del gobierno de turno. Pero esta traba quedó obsoleta con la irrupción del fideicomiso y los fondos de inversión directa (FID), instrumento del derecho privado que puede ser “bien” utilizado por el Estado si cumple con una condición clave que es la de construir equipos profesionales jerarquizados, de profundo conocimiento de la materia y práctica “en la cancha”.

En este nuevo paradigma, es insustituible el valor del fideicomiso para garantizar que la voracidad del Estado no sabotee los proyectos, dando seguridad jurídica, final previsible y sinergizando lo público con lo privado. Sin duda esto es diferencial para atraer inversiones locales y foráneas que no se interesan si el cumplimiento de los proyectos está en manos del Estado.

Así, los bienes públicos afectados se apalancan en el fideicomiso que permite aunar diferentes inversores vinculados por el Plan de Negocios y potenciarlos con un FID sobre proyectos concretos disminuyendo el riesgo argentino. Cada patrimonio fideicomitido es gestionado por privados con independencia del Estado, respondiendo solo por sus obligaciones y con la garantía que sus bienes no pueden ser desviados del fin de origen. Además, estos FID están sujetos a múltiples controles tanto del fiduciario y sus operadores como de auditores designados por el Estado generando un esquema de protección y profesionalismo muy adecuado, donde el Fiduciario como propietario del patrimonio, está obligado a rendir cuentas regularmente a los inversores, quedando el riesgo acotado al diseño del proyecto y gerenciamiento del mismo.

Dado que estamos en el inicio de una nueva gestión, sería muy importante que revean los objetivos de la AABE de manera de posibilitar que coordinadamente con otros organismos necesarios, posibiliten la creación de un área especializada en FID para el desarrollo de proyectos potenciados por el impulso privado para explotar los inmuebles públicos generando trabajo y desarrollo local, evitando su venta para cubrir el déficit público de un estado sobredimensionado. Pero para no fracasar otra vez, se debe encarar el desafío del mix “bienes desaprovechados del Estado, riesgo privado y fideicomiso” construyendo equipos profesionales idóneos, coordinados y con experiencia real en el uso de los FID.

Argentina necesita recuperarse y para ello debe contar con un plan estratégico integral que promueva las inversiones productivas de calidad aportando bienes que incorporados al fondeo y management privado con tecnología y conocimiento, puedan transformar rápidamente la realidad de todo el país. Es prioridad acompañar desde el Estado iniciativas de riesgo para las cadenas regionales que hoy sufren falta de management y financiamiento, pero que amparadas en su capital humano y expertise, podrían crecer.

En definitiva, para poder aprovechar estos bienes de los argentinos que están en todo el país podemos planificar FID en todas las áreas productivas respaldados por la independencia que da el fideicomiso creando nuevos patrimonios a resguardo del Príncipe, lo que brinda la seguridad y garantía que necesitan los inversores para creer en nuestro país.

*Dr. en Dirección de Empresas. MBA. Ingeniero Agrónomo. Profesor del CEMA. Presidente de la Asociación Argentina de Fideicomisos y FID. Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA.

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