Para ello necesita del uso de instrumentos estratégicos para el desarrollo de la economía y la producción. Así, puso atención en el fideicomiso por los incomparables beneficios que trajo al sector privado promoviendo actividades en todo el país como la construcción, el agro, el turismo, la forestación y los servicios de consumo y crédito, defendiendo el trabajo y evitando el desarraigo migratorio.
Pero lamentablemente y pese a todas las alertas realizadas, la política de inversiones local y externa no fue direccionada de forma significativa para la economía real, especialmente las regionales, pese a que nadie duda de su importancia vital y del efecto potencializador de combinarse con el adecuado uso del fideicomiso. Por ello, el Gobierno y los privados, ambos con sus limitaciones, vuelven recurrentemente a este instrumento para financiar la obra pública e intentar revitalizar el paralizado mercado inmobiliario.
Esto es positivo, siempre que el aprendizaje nos eleve y tenga una mirada integral que incentive el uso de todos los instrumentos del mercado de capitales en busca de concretar las inversiones de riesgo, y no las meramente especulativas. Recordemos que la matriz productiva de Argentina se fundamenta en las pymes, que sufren la suba de los costos de producción, el letal esquema impositivo y la falta de financiamiento competitivo. Además, por la naturaleza de su actividad, los inversores no pueden entrar y salir rápidamente del negocio.
Por eso, hace falta una planificación seria de la economía productiva para desarrollar los sectores estratégicos utilizando a los fideicomisos como nexos con alto impacto federal, recuperando las inversiones para la producción, generando trabajo, riqueza y crecimiento. Desde lo público, el Gobierno pareció entender las ventajas del fideicomiso y concentró la iniciativa pero de forma impulsiva, olvidando que la clave para la dirección y gestión eficiente es construir equipos profesionales con experiencia en la aplicación práctica del instrumento. Esta debilidad a nivel nacional sobre fideicomisos y fondos de inversión productivos, se vuelve ausencia en las provincias y municipios. En consecuencia, promover el uso de fideicomisos por el Estado ignorando como diseñarlos, gestionarlos y controlarlos fue dilapidar otra oportunidad.
Es una realidad indiscutible que para disminuir los niveles de pobreza en nuestro país y lograr mayor justicia social hay que potencializar la economía real, y eso solamente se puede lograr con políticas integrales y visión de largo plazo apalancadas por un mercado líquido y profundo, y promoviendo instrumentos de inversión participativos como el fideicomiso, conocido y aceptado por su solidez, garantía y espíritu aglutinador del esfuerzo empresario, junto con los inversores y el Estado, para tener aspiraciones de alcanzar un horizonte próspero, de desarrollo con certidumbre, justicia y sustentabilidad.
Por Francisco María Pertierra Cánepa
Doctor en Dirección de Empresas y profesor de UCEMA. Además, es Presidente de la Asociación Argentina de Fideicomisos y FID
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